Por considerarlo de supremo interés,
mucho más luego de la censura a que fue sometido, TRAS LA COLA DE LA
RATA reproduce el artículo sobre la multinacional petrolera Pacific
Rubiales y sus relaciones con los medios colombianos, publicado por el
columnista Daniel Pardo y eliminado luego de su sitio por la revista
digital KienyKe.
Publicado en Kien&Ke en octubre de 2012.
Por: Daniel Pardo
No era un montaje. Las imágenes de las condiciones infrahumanas en las que vivían y laboraban los trabajadores de Pacific Rubiales eran una realidad. Y las denuncias del
senador Jorge Robledo también. La multinacional que llegó al país en
2007 para convertirse en un poder económico sin igual estaba, en el
2011, en el foco de atención. Semana, El Nuevo Siglo, Dinero,Kien&Ke y El Espectador, entre otros, lo reportaron y le dieron micrófono a Robledo. La petrolera manejada por venezolanos quedó mal parada.
Y respondió con una campaña publicitaria según la cual “Pacific es para ti”.
Rubiales inundó los medios con publicidad y, tal vez gracias a eso, las
noticias que seguía generando la petrolera empezaron a cambiar de tono.
Las investigaciones de los medios, en general, desaparecieron.
Quizá el caso más visible es el de La W, dirigida por el empresario/periodista Julio Sánchez Cristo. El director de Primera Página, Héctor Mario Rodríguez, que denuncióen esa emisora la presunta inflación de cifras de Pacific Rubiales, en 2011, y el supuesto matoneo judicial que estaba sufriendo a cuenta de un pleito que tenía con la petrolera, en 2012, me dijo: “Pacific sabía que mi flanco de salida era La W y buscaron cortar ese filtro con avisos”. En el archivo de La W se
encuentran pocas noticias o investigaciones que cuestionan a la
petrolera después de que empezó la campaña según la cual “Pacific es
Colombia”.
Pero había que seguir investigando. Son
varios los episodios polémicos que involucran a la petrolera: el
bloqueo de las carreteras en el Meta; los problemas de contratos con
Ecopetrol; una indagación de la Dian a unos de sus contratistas por
evasión de impuestos; los aparentes desastres en sus inversiones en BPZ
Energy; las investigaciones de las Superintendencia de Sociedades por la
falta de claridad en la propiedad de unas filiales; la contratación de
innumerables exfuncionarios públicos, cual devolución de favores; los
fallidos negocios en Papúa Nueva Guinea, donde aseguraron haber
encontrado petróleo y aparentemente no fue así. En fin: hay mucha tela
que cortar y los medios no han ni comprado las tijeras. El único que ha investigado, Héctor Mario, fue demandado cuatro veces y es, según él, víctima de un matoneo judicial.
En general, los medios donde
Pacific pauta ya no se refieren a la empresa si no es para elogiarla o
defenderla. No es que nieguen la realidad, sino que no la investigan o
la acomodan a favor de Pacific. El vicepresidente Garzón no había terminado de publicar el comunicado donde aseguraba que había una huelga en Campo Rubiales este lunes, y Pacific ya estaba en todos los medios desmintiéndola. Y hace unas semanas Bloomberg dijo
que una directora de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales le
había negado una licencia ambiental a Rubiales y ahí estuvo La W, con rigor, para acorralar a la funcionaria.
Las campañas publicitarias de Pacific en prensa no se reducen a La W, así parezca. Historias en Kien&Ke como “El factor humano de Pacific Rubiales” o “El colombiano que pesa en Pacific Rubiales” son publirreportajes pagados que se presentan como periodismo. Y así, parecido, ocurre en otros medios impresos, radiales y televisivos. Semana pagó un histórico evento protagonizado
por prestigiosos periodistas del mundo entero con plata de Pacific y
ahora prepara un libro, también con el patrocinio de la empresa. ¿Cómo
van a hacer los medios en 2014 para reportar con transparencia el
vencimiento del contrato de Rubiales con el Estado?
El periodismo depende, en parte, del
dinero de los anunciantes. Al negociar, empresarios y periodistas crean
vínculos implícitos que perjudican la información. Ahí están las fotos de los altos ejecutivos de Pacific en los cocteles periodísticos. Tal
vez no sea una estrategia deliberada de Rubiales, sino una reacción
inconsciente de los periodistas/empresarios al ver que sus hijos comen
de la mano de la empresa; en cualquier caso, la pauta de la petrolera parece haber tenido enormes efectos en la información que se publica sobre ella.
Y no solo porque los reportes
que se publican son para celebrarle o defenderla. Las notas que se
publican para criticarla también se ven perjudicadas por este fenómeno. En Colombia, lo que no sale en el periodismo informativo se publica en las columnas de opinión: ahí están las críticas de María Elvira Samper, Héctor Riveros, César Rodríguez o Razón Pública en
contra de Rubiales. Que son importantes, y tienen su punto. Pero sirven
poco, porque no son investigaciones. Y, según me dijo un ejecutivo de
Pacific, se basan en datos equivocados, porque los columnistas —que no
tienen responsabilidades informativas— no verificaron sus números con
la empresa. A punta de opiniones es muy difícil.
La relación entre los
empresarios y los periodistas, cuya primera y más obvia consecuencia son
los empresarios/periodistas como Julito, es un problema histórico del
periodismo colombiano, donde los medios públicos, que en otros países
hacen de solución a esta situación, son prácticamente inexistentes. Las investigaciones sobre los fraudes del Grupo Grancolombiano, por ejemplo, casi quiebran a El Espectador en
los ochenta. Y la denuncia de unas polémicas prácticas del Grupo Santo
Domingo en los noventa, por las que el Grupo retiró su pauta de la
revista, fue un duro golpe económico para Semana.
Pacific Rubiales ha hecho lo que
ha querido con los grandes medios colombianos porque los
periodistas/empresarios que manejan la prensa se lo permitieron. Pacific ES Colombia porque su llegada demuestra que en este país la plata puede comprar lo que sea, incluso la verdad.
Cualquier multinacional que llega a un país a invertir enormes cantidades de capital aprovecharía semejante apertura de patas.
Si los medios han dejado de reportar las posibles irregularidades de
Rubiales es porque así lo quisieron, no porque en su contrato con la
empresa estuviese estipulado.
“¿Acaso quiere que rechacemos el dinero con el que le damos de comer a nuestros hijos?”, me diría un periodista/empresario. Que
la relación de la prensa con los empresarios genere estrechos vínculos
que perjudican la objetividad de la información es inevitable. Pero que
se sacrifique la trasparencia por cuenta de morder pasito a quienes
pautan es perjudicial para colombianos, inversionistas extranjeros y
trabajadores de Pacific. La periodista Marta Ruiz me recordó, cuando hablamos de esto, la ya legendaria tesis de The Economist: “la nueva objetividad está en la transparencia”. No en Colombia.
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